Época: Hispania republicana
Inicio: Año 237 A. C.
Fin: Año 30 D.C.

Antecedente:
Religión y cultura



Comentario

Hoy estamos en condiciones de sostener que muchos pueblos de la Península Ibérica habían alcanzado un nivel de desarrollo cultural equiparable y a veces superior al de algunas regiones de la Italia contemporánea anterior al siglo III a.C.: los abundantes testimonios del uso de la escritura, la arquitectura, escultura, orfebrería y metalurgia ibéricas alejan las antiguas visiones de los hispanos como bárbaros frente a los romano-itálicos como pueblos civilizados. El contraste era parcialmente válido si la comparación se hacia entre los pueblos del Norte e Italia a comienzos del Imperio, como lo presenta el geógrafo griego Estrabón. Aun así, Estrabón deforma la realidad hispana al pretender justificar que Roma, el Imperio, había librado de la barbarie a los indígenas del Norte para conducirlos a la civilización.
La crisis progresiva de las religiones ibéricas y la transformación de las oligarquías locales incidieron de modo negativo en la rica cultura de las imágenes prerromanas de Hispania. La Dama de Elche, la Dama de Baza, las esculturas del Cerro de los Santos, las esculturas y bajorrelieves de Osuna, la Bicha de Balazote, la Dama de Galera, las esculturas de Porcuna, la Esfinge de Agost, la Cierva de Caudete, los animales votivos del santuario de El Cigarralejo y otros muchos restos escultóricos de calidad comparable a la escultura griega no tienen paralelos con la escultura romana de la Hispania republicana. Tampoco se encuentra nada comparable a las pinturas sobre cerámica de Elche, de Liria y de otras muchas partes de las áreas ibéricas y celtibéricas; baste recordar el vaso de Liria con la escena de la doma de un caballo, la escena de arado sobre una cerámica de Cabezo de la Guardia (Alcorisa, Teruel), la representación de escenas navales, de bailes, de guerreros, etc. Con la desaparición de un mundo social y político cayó todo un lenguaje muy rico de imágenes que tardó en ser sustituido.

Las nuevas imágenes de la Hispania republicana fueron más limitadas y más pobres de expresión. Y las técnicas y modelos ibéricos influyeron de modo decisivo en las mismas. Baste recordar la cabeza de El Tolmo de Minateda (Hellín, Albacete), los togados del Cerro de los Santos, el soldado con cuerno de un bajorrelieve de Osuna, el relieve de Estepa con representación de dos soldados romanos o la escultura de Córdoba con león y niño. Y mientras se importaron ejércitos, armas, cerámicas para uso frecuente, vinos y vestidos, no hubo un equivalente de formas artísticas que expresaran las señales cotidianas de los nuevos tiempos. La presencia más novedosa de imágenes se basó en aquellas que reflejaban los signos del nuevo poder: el foro de las ciudades (los de Ampurias, Sagunto y Cartagena) con sus templos y espacios públicos así como las imágenes monetales.